Tras meses de lluvia y días grises, ahora que por fin ha llegado el buen tiempo, apetece ponerse en consonancia y que hablemos del color en las oficinas. Porque éste sigue siendo un tema polémico: ¿cómo afecta el color en el estado de ánimo de los trabajadores? ¿es conveniente utilizar colores fuertes en espacios de trabajo? ¿son mejores los colores claros y neutros para tareas de concentración?
Como es de esperar las respuestas serán sí, no, depende y quizás, porque el tema del efecto cromático en el trabajo de oficina está ampliamente debatido, pero sin una conclusión definitiva.
El uso del color en las oficinas
Aunque está comprobado que los entornos de color afectan neurológicamente a las personas, no todas reaccionan de la misma forma. Hay personas o comunidades que, por carácter, procedencia, cultura e, incluso, edad, son más o menos propensas al uso del color, por lo que es lógico que, en un entorno laboral, no todo el mundo reaccione igual ante una habitación de colorines o un espacio completamente blanco nuclear.
Está claro que, en un proyecto de oficina en Brasil, India o Filipinas, el tratamiento cromático será mucho más potente y desenfadado que el de una oficina en Canadá o Suecia. El color tiene un uso cultural que las sociedades aprenden a utilizar de forma intrínseca. Pero, ¿de qué manera interviene un esquema de color determinado en una oficina?
Para poder delimitar el tema, en los ejemplos que os traemos, hemos seleccionado espacios sociales dentro de las oficinas: comedores, cocinas, zonas de reunión o zonas de paso. También hemos elegido algún espacio de trabajo donde el color se aplica de forma sutil, pero evidente. El tema más controversial es si, en una zona de concentración, funcionan mejor los colores neutros porque distraen menos, o los colores fuertes porque activan la mente y dinamizan el pensamiento.
La semiótica del color
Antes de adentrarnos –pero sin pretender profundas explicaciones teóricas–, es útil saber que la semiótica del color estudia el significado de los colores dentro de los sistemas de comunicación, y analiza cómo los signos (en este caso, los colores) transmiten información y generan sentidos en contextos sociales, culturales y emocionales. Este planteamiento se basa en la semiótica general, disciplina que desarrolló el gran lingüista suizo Ferdinand de Saussure a finales del siglo XIX.
Existe una extensa literatura sobre la semántica del color y cómo el uso de determinados tonos connota cierto tipo de posturas, comportamientos, creencias e, incluso, ideologías. Por ejemplo, el blanco, que simboliza la paz y pureza, en muchas culturas no occidentales se utiliza para denotar luto. Aquí estamos ante un código cultural. Hay otros códigos establecidos, como los colores del semáforo, donde el rojo indica peligro o detención, en tanto el verde se utiliza para indicar acceso, vía libre y permiso.
Comprender los códigos y asociaciones establecidas mediante los colores, y las maneras en que los significados del color cambian según el contexto es muy importante para saber utilizarlos en los proyectos de interiorismo. Hay que recordar que los sistemas de códigos de colores son polisémicos, es decir, que un mismo color puede tener múltiples significados según la cultura, el momento histórico o el contexto.
El color como identidad de marca
Empecemos por lo elemental. La elección de un color determinado en una oficina la mayoría de las veces responde más a la necesidad de reforzar la identidad corporativa de la marca que a cualquier otro criterio.
Las grandes marcas, sobre todo de consumo y servicios digitales, trabajan de manera muy corporativa el color de su producto, y lo aplican en elementos estratégicos del proyecto de interiorismo: una pared, una escalera, una alfombra, mobiliario, etc.
En las oficina de Coca Cola, como vemos en la imagen de arriba, se suele a utilizar el color rojo en elementos estructurales, como barandillas o escaleras, de manera que, en cualquier parte del recorrido, el visitante siempre sea consciente de que se encuentra en las oficinas de Coca Cola sin ver el logo. Como curiosidad, el rojo de esta multinacional está registrado y solo ellos saben su composición exacta (igual que la fórmula de su brebaje). Sin embargo, se acerca al Pantone 484 C o al RAL 3000, aunque no son exactos.
El color como elemento señalizador
El color, combinado con otros recursos como la iluminación o los materiales, es un elemento recurrente a la hora de señalizar o delimitar espacios dentro de la oficina. La tendencia a eliminar tabiques y hacer espacios diáfanos requiere de un sistema señales y signos, en los que interviene el color. Podríamos hablar casi de un juego de colores, un parchís donde cada color tiene una simbología y función.
Hay que tener en cuenta también que el sistema de señalética en las oficinas, sobre todo en las de grandes dimensiones, es casi tan importante como la de los aeropuertos: dirección, ubicación, localización, salidas de emergencias, entradas y salidas, etc. Lo que el color llamativo potencia en este esquema de símbolos es la atención visual del usuario.
El efecto emocional de los colores
De forma paralela, otras disciplinas como la psicología o la neuroarquitectura consideran que los colores juegan un papel fundamental porque tienen un impacto directo en el estado emocional, el nivel de atención, el ritmo cardíaco y otras funciones cognitivas y fisiológicas.
Aunque no hay un catálogo de colores que detonen emociones determinadas, y mucho menos definitivas, se sabe que el sistema de códigos de colores funciona dependiendo de la actividad de la empresa, por un lado, y del trabajo que se desarrolle. Veamos algunos casos:
Blanco: es uno de los más utilizados en espacios de oficinas, pues transmite limpieza y orden, a menudo relacionado con el “ethos” de la empresa. En exceso puede generar frialdad y resultar muy aséptico. Como es de esperar, funciona muy bien en clínicas, hospitales, etc. por si te interesa saber más sobre el uso del blanco, hace un tiempo, publicamos un post por qué predomina el color blanco en las oficinas.
Rojo, amarillo y naranja: Esta gama de colores incrementa la adrenalina, eleva el ritmo cardíaco y estimula la actividad cerebral, la memoria y el optimismo. Se recomienda usar con moderación en áreas sociales, espacios creativos y entornos de aprendizaje.
Verde y azul: aunque con algún matiz de diferencia, estos colores, en tonalidades suaves, disminuyen la presión arterial, favorecen la concentración, relajan la vista y evocan la naturaleza. Se utilizan en áreas de trabajo de concentración (zonas de lectura, bibliotecas, etc.), peor también en áreas de descanso y relajación.
Multipuestos con mesa y silla Ovidio de Limobel Inwo
Gris, marrón y negro: los colores de la gama más oscura, suelen ir acompañados por su color opuesto en el esquema de colores. No obstante, muchas oficinas de microcemento son grises, como hemos visto, por ejemplo, en estas oficinas brutalistas. En general, son colores que denotan elegancia, seriedad y firmeza (muchas firmas de abogados y entidades financieras los utilizan). No obstante, si no se “calientan” con otros elementos (textiles cálidos, alfombras, plantas, cuadros) pueden resultas espacios frío e inhóspitos.
Queda claro que el uso de color no es solo una cuestión estética, sino emocional y neurológica. De ahí que elegir un color para la oficina implica considerar su efecto neurológico, su relación con la actividad del espacio y cómo interactúa con la luz y los materiales.