Retomamos la serie de oficinas de diseñadores, por la mera curiosidad de saber cómo son las oficinas de los que proyectan espacios. Al igual que pasa con los diseñadores moda, las oficinas propias de los encargados en diseñar los mejores espacios dicen mucho de ellos y de lo que se espera que hagan.
Designlige es un estudio alemán compuesto por una veintena de jóvenes diseñadores de distintas ramas, que no solo se dedican a la arquitectura y el interiorismo, sino también al diseño de producto y comunicación visual. Con una proyección tan transversal, no cabía espera unas oficinas más creativas y singular es que las que tienen al sur de Múnich.
Las oficinas de Designliga en Munich
Cerca del río Isar y rodeado de estudios, talleres y los espacios del Gasteig München, uno de los centros culturales más grandes de Europa, Designliga ha llevado a cabo una intervención arquitectónica ejemplar. Durante 10 años ha estado en un antiguo emplazamiento industrial, pero, en 2021, decidió acometer una reforma integral de la nave, un taller metalúrgico perteneciente a Stadtwerke München, que ha convertido en mucho más que una simple oficina: un espacio de trabajo que refleja su cultura, valores y visión.
En la zona de entrada y vestíbulo, el suelo que combinan parqué de alerce de grano cruzado con superficies de hormigón, aportando riqueza visual y textura.
La entrada al antiguo taller mecánico
Este edificio industrial de mediados del siglo XX, con una superficie de 650 m², mantenía signos evidentes de su anterior uso como taller mecánico. Por esta razón, el equipo decidió conservar los elementos históricos, como un despacho elevado para el capataz, desde donde se supervisaban las operaciones. Esta estructura, junto con otras huellas del pasado, actúa como testimonio físico de la racionalización, el orden y las jerarquías que caracterizaban la era industrial alemana. Para Designliga, este legado no es solo inspiración, sino un punto de reflexión sobre la evolución del trabajo en la era digital.
El enfoque conceptual del proyecto se basa en una exploración de contrastes: lo industrial frente a lo digital, lo colectivo frente a lo individual, lo técnico frente a lo humano. Según Sasa Stanojcic (CEO y Director Creativo) y Christina Koepf (Jefa de Arquitectura Interior y Diseño), el objetivo era diseñar un lugar que despertara curiosidad y atracción inmediata, y que cualquier persona –ya fuera cliente, amigos o visitante– sintieran el impulso de formar parte del entorno.
Una organización tipo “plaza de pueblo”
La parte central del edificio se organizó como una plaza de pueblo, con una estructura central y dos edificaciones adosadas a los lados, que contienen oficinas individuales en dos niveles.
Una de las respuestas de diseño ante estos retos es la “restauración de la cercanía”, plasmada a través de la metáfora del pueblo. Así, el diseño se organiza en torno a una pequeña aldea interior con casas de tejado a dos aguas, una plaza central con banco y zonas de trabajo abiertas simulando jardines. Todo ello crea un entorno acogedor, íntimo y colaborativo, donde las jerarquías tradicionales dan paso a una comunidad horizontal.
Arquitectura industrial
La intervención está inspirada en la arquitectura industrial, pero manteniendo elementos originales como el gran reloj de agujas, los raíles de grúas, el ladrillo visto y los sistemas de calefacción expuestos. Estas referencias a la era industrial evocan valores como eficiencia, disciplina y funcionalidad, que se yuxtaponen con las dinámicas del trabajo digital: la hiperconexión, la descentralización y la búsqueda de sentido. Esta tensión genera un espacio híbrido, consciente de los retos del presente: la pérdida de experiencias físicas auténticas, la abstracción del trabajo digital y la necesidad de pertenencia.
Las edificaciones dentro de la nave
El edificio original tiene una planta rectangular y techos que alcanzan más de 10 metros de altura. Los muros este y oeste están construidos con ladrillos de vidrio (pavés) e incorporan hileras de ventanas a la altura de los ojos, lo que permite una iluminación natural constante, sin deslumbramientos.
Además de la edificación central, a ambos lados de la nave hay edificaciones de dos pisos que albergan distintos espacios y funciones. En la que hay justo al entrar a la derecha, se encuentra una de las oficinas de diseño, independizada del resto de los multipuestos de trabajo de la zona de abajo.
Sala de reuniones en lo alto
La antigua oficina del capataz, se rehabilitó como espacio para salas de reuniones, estratégicamente ubicada para tener visibilidad sobre el conjunto. Siguiendo la misma línea minimalista del resto de los espacios, aquí sin embargo, han querido introducir un contraste de color azul Klein en las paredes, y vestido la zona con una alfombra persa. Sobre ella, destacan tres piezas icónicas del diseño contemporáneo: la silla Diamond, Harry Bertoia; la coffee table de Isamu Noguchi; y la silla Playwood, de Charles y Ray Eames, que también firman las que rodean la mesa de reuniones.
Materialidad y estética
La materialidad juega un papel central en la experiencia del espacio. Se eligieron materiales naturales y texturizados como la madera de alerce, el latón y el hormigón visto, que aportan calidez y honestidad material. El diseño evita un exceso de decoración y apuesta por una estética atemporal y sobria, donde los objetos tienen historia: muchos han sido diseñados y fabricados por el propio equipo, cargando el espacio de autenticidad.
A pesar del cuidado estético, los autores enfatizan que la oficina está viva: los tableros muestran los “moods” de proyectos en marcha, hay muestras de materiales sobre las mesas y toallas colgadas pues suelen bañarse en el río cercano. El desorden controlado es parte de la vitalidad del lugar.
Espacios flexibles y muy vividos
Además de las zonas de trabajo y reuniones, las oficinas de Desigliga disponen de biblioteca, jardín, cancha de baloncesto y áreas de descanso que invitan a la relajación y estimulan la creatividad.
Por supuesto, no podía faltar una cocina comunitaria, con estética hogareña, que incluye una gran mesa, sillas variadas, lámparas de diseño y una nevera retro. Este espacio fomenta la interacción informal y el sentido de comunidad. Ademas, en el sótano se instaló un taller que utiliza el equipo para construir mobiliario propio, lo que refleja su enfoque “maker” que refuerza la personalización del entorno.
Esta distribución crea una sensación de escala humana dentro de un volumen industrial. Cada zona tiene un propósito específico y a la vez se integra en una narrativa espacial cohesionada.
Fotos: Designliga