Droogbak, un emblemático edificio del siglo XIX situado junto a la Estación Central de Ámsterdam, ha sido transformado en un espacio de oficinas del siglo XXI. El proyecto, de gran envergadura, tardó cinco años en ejecutarse. KCAP fue el responsable de la transformación espacial del edificio protegido, y Fokkema & Partners se encargaron del diseño interior del bufete internacional Clifford Chance. El objetivo era mantener un monumento arquitectónico preparado para el futuro, pero a la vez que permitiera una nueva forma de trabajar.
Una reforma con máximo respeto
El edificio neorrenacentista Droogbak fue construido en 1884 como sede de la Compañía Holandesa de Ferrocarriles de Hierro. A lo largo del tiempo, el edificio ha tenido varios usuarios, y ya fue objeto de una amplia restauración hace veinte años. La transformación actual ha pretendido adaptar respetuosamente el edificio a las necesidades del entorno de trabajo contemporáneo; no sólo mediante intervenciones físicas -por ejemplo, modernizando la climatización interior y la acústica-, sino sobre todo posibilitando una nueva forma de trabajar, en la que los encuentros informales y la interacción social ocupen un lugar central.
La transformación se caracteriza por intervenciones delicadas pero impactantes; se han conservado los elementos originales y se han hecho visibles siempre que ha sido posible, al tiempo que se han mejorado y ampliado las conexiones espaciales y visuales dentro del edificio.
El patio central acristalado
Durante la anterior restauración, el patio central había sido cubierto y convertido en biblioteca. Los arquitectos de KCAP decidieron reactivar este espacio, convirtiéndolo en un luminoso atrio cubierto por una moderna cristalera. Ahora, ha cobrado nueva vida como un espacio dinámico y lugar de encuentro, interacción e intercambio, y sirve de nodo crucial en el nuevo trazado del edificio.
El atrio, presente y pasado
Los ventanales y balcones refuerzan las relaciones visuales entre plantas y con el atrio, un lugar para ver y ser visto. “El atrio es el corazón de Droogbak y sirve de punto de partida” del concepto de transformación, tanto en sentido literal como figurado. Ofrece una nueva dinámica y una nueva forma de trabajar, respetando la arquitectura histórica”, afirma Irma van Oort, socia de KCAP. “Una fusión perfecta de pasado y presente”.
La escalera de caracol: punto de conexión
Una escultural escalera de caracol de aluminio anodizado llama la atención en el atrio. Esta escalera, que llega hasta la segunda planta, es algo más que una conexión vertical: permite encuentros informales y conecta una serie de minicentros situados en la fachada interior del edificio.
Estos mini-hubs están equipados con skyboxes acristalados que dan a la animación del atrio. La escalera de caracol es una representación visual de la transformación de Droogbak: un añadido constructivo que permite la interacción social. “Las modificaciones espaciales, funcionales y técnicas han transformado Droogbak en una oficina contemporánea, preservando al mismo tiempo sus valores monumentales. La experiencia del usuario es la de un entorno de trabajo cómodo, seguro e inspirador”, afirma Kobus van der Zwaal, consultor de ABT.
Recibidor neoclásico
El proyecto de arquitectura e interiorismo tenía como objetivo incluir todos los elementos arquitectónicos preexistentes pero tamizados por un filtro de indudable modernidad. Así, las columnas clásicas y arcos de medio punto de la entrada se integraron en un recibidor moderno, minimalista y en una paleta cromática de tres colores: blanco, negro y gris. La magnífica escalera interior se restauró por completo devolviendo a la vida el maravilloso trabajo de ebanistería.
Elementos antiguos y modernos
Siguiendo el mismo espíritu de renovación respetuosa, los espacios interiores mantienen elementos clásicos como las molduras, pero con guiños vanguardistas, como los puntos de color en los largos pasillos, que acortan visualmente la longitud del espacio.
Interesante también es el planteamiento de los cerramientos acristalados para delimitar cada zona, realizados con finos perfiles metálicos galvanizados en negro.
La reforma de las buhardillas
El bajotecho del edificio, ubicado en la cuarta planta, eran las antiguas buhardillas que hoy cobran vida con espacios multifuncionales y abiertos, donde conviven puestos de trabajo individuales, mesas de reunión y zonas de estar.
Las vigas antiguas se han conservado, pero se han reforzado con vigas metálicas para dar sujeción a la estructura. Especialmente interesante es la iluminación, a base de luminarias colgantes de hilos de acero, que dejan libre el cielorraso de la planta.
Organización del espacio
En general, la disposición de los entornos laborales es muy libre, ya que están dispuestos de manera aparentemente aleatoria los puestos de trabajo, las zonas de reunión, las salas privadas o las áreas comunes. Todo convive en un solo espacio distribuidos por las diferentes plantas. El diseño de interiores, elegante y sobrio, apuesta por colores ocres y pausados en estas zonas, con presencia de madera, cristal y materiales acústicos.
Rehabilitación del sótano
Con la reforma del sótano se ganaron decenas de metros útiles, que se han utilizado para ampliar las zonas comunes, crear una biblioteca y distintas áreas de trabajo. La transformación de todas las plantas se caracteriza por intervenciones pensadas al milímetro. Los elementos originales se han conservado en la medida de lo posible, al tiempo que se han mejorado y ampliado las conexiones espaciales y visuales del edificio.
El proyecto de interiorismo
El diseño interior de Fokkema & Partners crea simultáneamente, apertura e intimidad en los espacios, y aporta una interpretación lúdica de las características históricas del edificio. Con pronunciados toques de color, las salas de época, con sus detalles originales, se transforman en un moderno entorno laboral.
«El nuevo interior del Droogbak ofrece al usuario una experiencia sorprendentemente contemporánea; una experiencia que encuentra sus orígenes en la majestuosa arquitectura, pero que también ofrece nuevas perspectivas. Se ha conseguido el máximo efecto con un impacto mínimo en el monumental interior”, afirma Laura Atsma, socia de Fokkema & Partners.