Maestras del diseño
Mucho se ha hablado y escrito sobre los grandes maestros del diseño y la arquitectura del siglo XX. Pero, ¿y las maestras? Porque haberlas, las hubo, aunque casi siempre desdibujadas, olvidadas y en la sombra de figuras masculinas. Ray Eames, Charlotte Perriand, Aino Aalto, Lilly Reich… y antes que ellas, Eileen Gray, la gran precursora.
Gray murió en París en 1976 con 98 años de edad, que se iniciaron en las convulsas y creativas primeras décadas del siglo XX, y más tarde interceptados por dos guerras mundiales. Todas sus biografías coinciden en que fue una mujer libre, independiente, voluntariosa y de una gran sensibilidad. Sus piezas de mobiliario –mesas, butacas, sofás, lámparas, armarios o alfombras– se encuentra hoy recogido a buen recaudo por la firma alemana ClassiCon, única licenciataria de su legado,
Pero la dilatada carrera de Eileen Gray está salpicada de avatares y sorprendentes historias, altibajos vitales y profesionales, que la llevaron a recluirse en su piso de París los últimos años de su vida en una niebla de olvido. A través de sus diseños, tanto de mobiliario como arquitectónicos, desvelaremos la vida de esta figura inconformista y única.
Una joven culta e independiente
Nacida en Irlanda en 1878 de una familia aristócrata, el punto de inflexión fue el viaje a París que realizó con su madre para visitar la Exposición Universal de 1900. A su regreso a Londres, empieza a estudiar diseño en la Slade School of Fine Arts y, gracias a sus visitas al Museo Victoria & Albert, descubre las piezas de laca asiáticas quedando deslumbrada por esa técnica ancestral. Empieza así una época de experimentación con la laca aplicada a diseños modernos.
En esta etapa conoce a Jessi Gavin, su primer amor, con la que viaja a París en 1902 para completar sus estudios e ingresar en la Academia de Bellas Artes Julian. Gray nunca ocultó su bisexualidad y, en París, sintió la libertad necesaria para instalarse y vivir libremente su creatividad. En 1906 se instala en su apartamento de la calle Bonaparte, donde viviría hasta su muerte, en 1976.
Izquierda: Silla “Fauteuil Transatlantique”, diseñada por Eileen Gray por la Galería Jean Desert, 1925 -1930, París. Derecha: Silla ‘S’, 1938.
En esos primeros años, viaja a Marruecos y Estados Unidos, experiencias que resultaron sumamente enriquecedores para sus creaciones posteriores. En 1907, conoce al maestro japonés, Seizo Sugawara, quien trabaja con ella en sus piezas de laca, iniciando así una colaboración que durará más de veinte años.
El modisto Jacques Doucet tuvo un papel muy relevante en su desarrollo profesional, pues su casa fue uno de los primeros trabajos de interiorismo que realizó, lo que permitió darse a conocer y codearse con la sociedad parisina entre 1913-14. Gray se apegó al gusto de la época, donde primaba la opulencia del art decó con influencias chinescas, estilo que pocos años después abandonaría por una línea más racionalista y funcional.
La maison du Madame Mathieu-Lévy
En 1917, se encarga del amueblamiento del apartamento de Madame Mathieu-Lévy en la Rue de Lota en París, uno de los mejores y más sensacionales ejemplos de la decoración francesa de los años 20. El equipamiento le llevó a Eileen Gray unos cinco años y, entre otras cosas, lo dotó de paneles para la pared lacados en negro y plata, con una fastuosa cama-tumbona con forma de canoa. Otro de los elementos más suntuosos fue el sofá Lota, con exuberantes cojines y flancos lacados en diversos colores. A Eileen Gray le gustaba tanto, que posteriormente ordenó construir un segundo ejemplar para su propia casa.
Piezas icónicas de Eileen Gray
Muchas de las piezas que diseñó para este apartamento se han convertido en iconos del diseño codiciadas por coleccionistas. Mencionaremos dos de ellas: el sillón Dragons, que se vendió en 2009 por la increíble cantidad de 21.905.000 euros, y se convirtió, en ese momento, en el objeto de diseño más caro jamás vendido en una subasta. Por otra parte, el sillón Bibendum es un diseño único, armonioso a pesar de su tamaño. Eileen Gray le puso, irónicamente, el nombre del hombre Michelin. La estructura de cuero está cosido de manera que parecen neumáticos. Las almohadillas interiores de poliuretano con relleno de poliéster le confieren un aspecto esponjoso que, además, lo hace sumamente cómodo.
Los famosos biombos de laca de Eileen Gray
El biombo Brick Screen es una de sus creaciones más conocidas. Experimentó con varias dimensiones y acabados de paneles. Más que un simple separador de ambientes, este biombo, de sobria elegancia, se concibe como una escultura, con paneles fijos y móviles lacados a mano, capa sobre capa, en un proceso que dura varias semanas. Esta famosa pieza, codiciada por los coleccionistas y que se fabrica en edición limitada, forma parte de la colección permanente de diseño del Museo de Arte Moderno de Nueva York.
Los muebles de tubo de acero
Los interiorismos de Elieen Gray dieron como resultado un gran número de diseños de mobiliario hechos específicamente para esos ambientes. Gray era sumamente perfeccionista y puntillosa, y opinaba que el mobiliario debía ajustarse de forma personalizada a su usuario. Entre 1921 y 1930, Gray y Jesse Wyld abrieron una tienda-sala de exposiciones bajo el seudónimo masculino de “Galérie Jean Désert”, para la que diseñó muchas piezas de mobiliario. Hasta entonces, Gray se había inspirado en estilo ornamentado típico de los decoradores parisinos, popularizado como Art Déco. Utilizaba materiales lujosos como maderas exóticas, marfil y pieles, pero a mediados de la década de 1920, sus piezas se volvieron más simples estéticamente e incorporaron acero, aluminio y otros materiales industriales, lo que refleja su creciente interés por el trabajo de Le Corbusier y sus colegas modernistas. De todas las piezas de muebles que Eileen Gray creó, incluso las producidas en ediciones, nunca hubo dos exactamente iguales. Gray adaptaba la pieza a cada cliente, ofreciendo un producto exclusivo.
Los muebles de tubo de acero de Gray, revolucionarios en el momento de su creación, se consideran hoy clásicos. Su mesa ajustable E1027 es uno de los diseños más famosos y copiados del mundo. Esta pequeña mesa, de medida ajustable, está pensada para desayunar en la cama o comer en el sofá del salón, y se dice que la diseñó precisamente para ella. Se incorporó a la colección permanente del Museo de Arte Moderno de Nueva York en 1978.
Villa E-1027, la casa de Cap Martin
A finales de la década de 1920, Gray diseña y construye esta preciosa casa, que sería un hito de la arquitectura moderna, tardíamente reconocida. También conocida como la casa de Cap Martin, fue concebida por Gray en un lugar alejado de la Costa Azul, en el lado oeste de Cap Martin, alejado de la ruidosa Saint-Tropez, donde se refugiaban bohemios y la comunidad homexual de la época. Precisamente, lo que quería era un refugio, de difícil acceso, para veranear con el que fuera su amante en aquel entonces, el crítico, periodista y arquitecto Jean Badovici, director de la revista L’Architecture Vivante. Era sabido que Gray había tenido diversas relaciones con mujeres, la última, la cantante Damia, a quien deja por Badovici, que tenía 15 años menos que ella.
Dos imágenes del interior de la casa E-1027, en su estado original y ya restaurada en la actualidad. Al fondo, uno de los murales de Le Corbusier, que fue recuperado.
Una casa a medida de su creadora
El nombre de la casa, E-1027, es un código numérico resultante de combinar su nombre «E» de Eileen, con la posición en el alfabeto de sus iniciales: 10=J de Jean, 2= B de Badovici y 7=G, de Gray.
Gray estudió cuidadosamente el viento y el ángulo del sol en diferentes momentos del día y del año, porque su idea era que la casa interactuara con los elementos naturales que la rodeaban. La estructura se eleva sobre pilotis, las esbeltas columnas blancas que Le Corbusier había introducido en su arquitectura. Los espacios fluyen entre sí, y hacia fuera en las terrazas y balcones de las amplias habitaciones. Sus paredes blancas, la horizontalidad de la planta, la cubierta, los finos barrotes de las barandillas metálicas y su escaso mobiliario le confieren un aspecto de barco atracado, entre las rocas y el mar.
Otra particularidad de la casa es que todo el mobiliario, exento y de obra, fue diseñado por Gray, empresa que le tomó tres años: muebles de cocina, de baño, lámparas, espejos, sofás, sillas, mesas…
Los polémicos murales de Le Corbusier
A través de su revista, Jean Badovici conocía a Le Corbusier, a quien le invita a pasar temporadas en la casa de Cap Martin. Allí conoce y comparte mesa y playa con Gray, fascinado por esa casa de estructura sencilla y funcional, que atrapa la belleza del paisaje. Cuando la relación entre Gray y Badovici se desmorona, Gray le cede la casa a éste y se construya otra para ella, cerca de Saint-Tropez.
En la Semana Santa de 1938. Bodovici le deja la casa a Le Corbusier, quien, sin explicación o permiso alguno, pinta ocho murales, tanto en el interior como en el exterior de la vivienda. Este hecho, totalmente inexplicable, ya que Le Corbusier había alabado la simplicidad y belleza de las paredes blancas de la casa, enfurece a Gray, quien escribe a Le Corbusier para pedirle explicaciones. Lejos de reconocer su abuso y maltrato hacia una obra ajena, Le Corbusier lo considera un regalo y una mejora para dar vida a las paredes insulsas. Cuando estalla la Segunda Guerra Mundial, los alemanes ocupan la casa de Cap Martin, la vandalizan y tirotean los murales de Le Corbusier.
El complejo de Cap Moderne
El incidente de los murales de Le Corbusier contribuyó a que, durante décadas, se creyera que la casa E-1027 fuera una obra suya. Él mismo no hizo nada por subsanar el error. Al contrario. En sus obras completas aparecen los murales y solo cita que están en una casa de Cap Martin. Y en otra parte, menciona que la casa es de Jean Badovici y de “Helen” Gray, escribiendo deliberadamente mal el nombre de Eileen.
La investigadora Beatriz Colomina ha profundizado en esta fascinación-obsesión de Le Corbusier por la zona, casa y los murales. De hecho, en 1957, construye, en los lindes del terreno de Gray, el famoso Cabanon, una cabaña de 10 m2, donde pasaba largas temporadas. Aquí, precisamente, en la playa de Cap Martin frente a la casa de Eileen, Le Corbusier muere ahogado, tras sufrir un paro cardiaco.
Tras un sinfín de avatares legales, de herencias, subastas, traspasos, deudas de juego y hasta un asesinato en la propia casa, en los años 90, la edificación se encuentra en un estado lamentable de abandono y ocupada por veraneantes ocasionales. Finalmente, el gobierno francés la recupera en su totalidad como parte como Monumento Histórico junto al Cabanon y la Etoile de Mer de Le Corbusier, en el complejo Cap Moderne, que hoy se puede visitar por el público. Al parecer, hubo un gran debate sobre la recuperación de los murales de Le Corbusier, ya que no formaban parte del diseño original. Finalmente, se decidió recuperar solo tres de ellos.
¿Qué fue de Eileen Gray?
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Gray regresa a su casa de Saint-Tropez y se encuentra con que también los alemanas la habían ocupado y destruido sus dibujos y diseños. De ahí que la documentación de las obras de Eileen Gray esté incompleta. Decide, entonces, volver a su piso de la calle Bonaparte en París, donde se recluye hasta su muerte. Trabaja poco, solo para los encargos que le hacen sus amigos, y vive organizando y recopilando sus más de 400 diseños. Es en 1972, con motivo de la subasta de los muebles de Doucet, cuando vuelve al foco de atención, con la noticia mediática de que Yves Saint Laurent ha adquirido la silla Dragons, que se subasta por una cifra millonaria nunca antes vista.
En los años 70, Eileen Gray empezó a trabajar con Zeev Aram para producir en serie sus muebles, alfombras y lámparas. En 1973, concedió a su empresa los derechos mundiales de fabricación y distribución de sus diseños. La Vereinigte Werkstätten, de la que surgió ClassiCon en 1990, ya producía y distribuía diseños de Eileen Gray bajo licencia.
En 1976, a los 98 años de edad, muere en su casa, rodeada de sus muebles y de su halo de espíritu moderno, vanguardista e inconformista. Fue una de las/los más grandes exponentes del modernismo del siglo XX, casi sin pretenderlo, por pura intuición, visión y creatividad.
Imágenes: ClassiCon, archivo del Victoria & Albert Museum y Manuel Bougot para Cap Moderne