La nueva estética brutalista en oficinas

La película The Brutalist, dirigida por Brady Corbet e interpretada por Adrian Brody, ha puesto en relieve mediático una corriente que, entre el sector del hábitat, ha tenido un destacado resurgimiento en los últimos años. Tras el periodo japandi y el minimalismo orgánico, parecía hasta lógico que hubiese un acercamiento a este movimiento, que abraza principios estéticos similares.

Oficina brutalista

Características del brutalismo

Derivado del francés “béton brut” (hormigón crudo), el brutalismo se caracteriza por estructuras masivas de hormigón crudo, formas geométricas audaces y un diseño que prioriza la funcionalidad sobre la estética decorativa. Este estilo arquitectónico emergió en la década de los 50, a raíz de la reconstrucción de las ciudades europeas tras la II Guerra Mundial. Al ser un tipo de construcción de bajo coste y utilitario, el brutalismo hizo su aparición en las primeras viviendas sociales de Reino Unido, y pronto se extendió a otras ciudades alrededor dle globo.

Oficinas brutalistas

Una construcción barata y funcional

Los diseños brutalistas se utilizaron con mayor frecuencia en la construcción de edificios institucionales, como universidades, bibliotecas, tribunales y ayuntamientos. La popularidad del movimiento comenzó a declinar a fines de la década de 1970, en parte porque se asoció al estilo arquitectónico de las ciudades del eje soviético, muy dadas a construir viviendas prefabricadas de hormigón y gigantescos edificios institucionales.

También en su decadencia jugó en su contra el maximalismo de los años 80, donde emergieron las construcciones de cristal, el neón y el multicolor, características situadas en las antípodas del minimalismo, a menudo frío y desprovisto de emoción, del brutalismo.

oficina brutalista

La reaparición del brutalismo

En los últimos años se han recuperado algunos preceptos del brutalismo tanto en arquitectura como en interiorismo, no sólo como una cuestión estética sino “ética” y filosófica, con la idea de crear edificios y espacios simples, honestos y funcionales que se adapten a su propósito, habitantes y ubicación.

En el diseño de oficinas modernas, encontramos interesantes ejemplos de este neobrutalismo revivido del siglo XXI, que cumple con los principios establecidos hace más de 75 años. Los arquitectos Walter Gropius, Mies Van der Rohe y Le Corbusier fueron los precursores del brutalismo que se inició con el racionalismo de la escuela de la Bauhaus.

brutalismo. Universidad de Leeds

Universidad de Leeds. Roger Steves Building. 1970

El principio de materialidad

Aunque se pueden utilizar materiales como ladrillo, vidrio, acero, madera y piedra, es sin duda el uso del hormigón crudo lo que define la estética brutalista, capaz de expresar una honestidad estructural donde la forma sigue a la función.

El brutalismo no se preocupa tanto por el material como tal, sino más bien por la calidad del material y sus características inherentes, que deben ser destacadas y aprovechadas en su totalidad.

brutalismo. Volúmenes

Universidad de Northwestern. Foto: Joss Broward

Formas geométricas

La geometría desafiante es otro elemento clave de la arquitectura brutalista. Los edificios suelen exhibir formas geométricas sólidas, como cubos, prismas y paralelepípedos, con ángulos y líneas rectas acentuadas. Esta geometría audaz contribuye a la sensación de monumentalidad y robustez.

Esta es precisamente otra característica del brutalismo, su gusto por la gran escala. Muchas de las estructuras brutalistas son edificios institucionales, como escuelas, hospitales, y complejos gubernamentales, diseñados para comunicar un sentido de autoridad y permanencia.

brutalismo

Le Brasilia, de Fernand Boukobza, en Marsella, un homenaje a Le Corbusier inspirado a la vez en la ciudad de Brasilia.

Funcionalidad a la vista

En el brutalismo, los elementos estructurales y funcionales como conductos y escaleras están a menudo a la vista, evidenciando así su utilidad sin pretensiones decorativas.

Las estructuras suelen revelar cómo están diseñadas para servir a un propósito específico, ya sea a través de la disposición de ventanas, escaleras exteriores o pasarelas.

MET, brutalismo, Marcel Breuer

El MET de Nueva Yoyk, diseñado por Marcel Breuer en 1966, no solo acoge obras de arte, sino que también el mismo edificio es una obra única. Foto: Ezra Stoller

Luces y sombras

Las superficies texturizadas y angulares de los interiores brutalistas interactúan con la luz de manera dramática. Esto crea juegos de luces y sombras que agregan profundidad y dimensión al espacio, dándole una calidad visual única.

Brutalismo. Biblioteca

Biblioteca de Geisel, en La Jolla, San Diego (CA), un proyecto de William Pereira de 1970. Foto: Erik Jepsen

Ética frente a estética

Como mencionamos más arriba, el brutalismo es más que un simple estilo arquitectónico; es una filosofía de diseño que enaltece la simetría, los volúmenes, el material en bruto y la funcionalidad. A medida que exploramos nuevas formas de construcción sostenible y expresiva, el brutalismo sigue ofreciendo lecciones valiosas sobre la belleza en la robustez y la simplicidad en la escala.

Torres blancas, Madruid, brutalismo

Edificio Torres Blanca, de Saenz de Oiza, un emblema de la capital española, finalizado en 1968.

Larga vida al brutalismo

Las estructuras brutalistas son notables por su robustez y longevidad. Y es que el hormigón es un material sumamente resistente, con excelentes cualidades aislantes y térmicas.

A pesar de su apariencia austera, los edificios brutalistas tienen un gran impacto visual y su figura se convierte en un icono de la ciudad. A pesar de que tiene sus detractores, en la actualidad existe un movimiento que se denomina #SOSBrutalism, que cuenta con una base de datos de más de 2.000 edificios brutalistas. Se trata de una plataforma que está realizando una gran campaña para (como ellos mismos dicen) “salvar a nuestros queridos monstruos de hormigón”.

Este renovado interés en las últimas décadas, ha salvado de la demolición a innumerables edificaciones que podemos hoy apreciar. Esto demuestra la persistente fascinación y relevancia del brutalismo en la arquitectura contemporánea.

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