La moda de los contenedores ha llegado a las oficinas
Cada vez se populariza más de las casas hechas de contenedores marítimos: son las viviendas prefabricadas, personalizables, económicas, ecológicas, rápidas de construir y muy resistentes.
Y como todo lo que funciona en el ámbito residencial pasa casi de inmediato a los espacios laborales, ya encontramos muchas oficinas donde han incorporado, de diferente manera, contenedores en sus proyectos.
Una opción muy sostenible
La reutilización de los contenedores marinos en la arquitectura de interiores es cada vez más frecuente al ser una de las propuestas más ecológicas que existen en el mercado. Al darle una segunda vida a un contenedor marítimo, se reducen las emisiones derivadas del proceso de construcción, aunque se puede elegir comprar contenedores nuevos,.
La estructura metálica de un contenedor marítimo es muy resistente y duradera. Los contenedores viajan miles de kilómetros por mar, expuestos a las inclemencias del tiempo y con toneladas de peso en su interior, lo que evidencia la robustez de estos productos y su larga vida útil.
Además de la reducción de huella de carbono, otro beneficio es que se reduce el tiempo de construcción del proyecto. Y si se decide trasladar la oficina, el contenedor puede trasladarse sin problemas al nuevo emplazamiento.
Sin embargo, no todas las actividades encajan en la incorporación de contenedores en sus proyectos. Normalmente los encontramos en amplios espacios industriales, naves o fábricas, que permiten su colocación, casi siempre apilados y ocupando diferentes niveles. Las empresas suelen tener perfiles muy diversos, desde marcas tecnológicas, industrial o farmacéutico, hasta agencias de comunicación y audiovisuales, coworkings, etc.
Os mostramos tres empresas que han optado por incorporar contenedores en sus proyectos, y sus objetivos y motivación.
Agencia de comunicación y eventos Cramer
Los estudios Cramer se encuentran en un almacén reconvertido de 21.000 m2, que adquirió la empresa hace 20 años en Norwood, Massachusetts. Al principio, compartían espacio con otros inquilinos pero, a medida que fueron creciendo, ampliaron su presencia en el edificio hasta ocuparlo por completo. El resultado era un entorno que funcionaba en “barrios” aislados y a menudo desconectados.
Cramer confió en el estudio SMMA para revitalizar la estética del almacén y, al mismo tiempo, reimaginar la forma en que utilizaban su espacio para trabajar, colaborar con los clientes y acoger eventos de la industria y reuniones dentro de sus estudios. Además, como una agencia que ofrece servicios de marketing experiencial, tales como eventos y activaciones de marca, Cramer quiso incorporar en la renovación los materiales y productos que utilizan para los proyectos de sus clientes. Prueba de ellos es el uso de contenedores de la empresa Loki Boxes Design, que ahora sirven como salas de conferencias y espacios para reuniones.
“Así, cuando un cliente potencial entra en los estudios, lo primero que percibe es la forma exclusiva en que trabaja nuestra agencia”, apunta Brent Turner, vicepresidente senior de soluciones de Cramer. “Desde cómo se diseña el espacio para su uso –los espacios de concentración, de trabajo o de reunión –, hasta cómo se diseña estéticamente las texturas, los materiales, la iluminación, o cómo se diseña para cada actividad – el movimiento de las personas, las integraciones tecnológicas, las conversaciones que tienen lugar –, el espacio es notablemente diferente a cualquier lugar en la que hayan estado antes.” Fotos: Gustav Hoiland
The Coworking, en Amsterdam
The Coworking es el nombre de estas oficinas de 2.500 m2, ubicadas en el complejo empresarial Zuidpark, en Amsterdam, realizadas Graziosi Progetti.
Cuenta con diferentes configuraciones de trabajo, como zonas de estar informales, mesas compartidas, espacios de conferencias privados y áreas de trabajo privados. En total, hay 80 puestos de trabajo, siete salas de reuniones y unos 800 m2 de zonas comunes. Se incluyeron varios contenedores de transporte que aportan un estilo industrial, a la vez que actúan como oficinas y separadores de zonas.
Al estar ubicados en un antiguo centro de distribución marítimo, se mantuvo el aspecto industrial de muelle de carga del espacio. Se apilaron los contenedores y se transformaron en sofisticados espacios de oficina con aire acondicionado. Para crear salas de reuniones, simplemente se unieron los contenedores.
Las características puertas basculantes se sustituyeron por marcos de cristal o roble. El ambiente del espacio se suavizó con el uso de suelos de epoxi y escaleras de madera. Como toque final, se abrió todo el espacio liberando la luz del día contra la pared trasera y las columnas cubiertas de espejos, lo que crea unas vistas preciosas del edificio.
Un almacén en Los Ángeles
La Pallotta TeamWorks encargó al estudio Clive Wilkinson Architects el diseño de sus oficinas en un almacén de Los Ángeles, en 2002. El almacén “tilt-up” (llamado así porque las paredes se construyen en plano y luego se elevan en vertical) de 14.000 metros cuadrados, completamente vacío, estaba ubicado en la zona de Atwater Village.
La empresa tenía un presupuesto de 2 millones de dólares, lo que viene a ser unos 40 dólares por metro cuadrado, para hacer el proyecto. El precio habitual de un proyecto de este tipo era de 80 dólares el metro cuadrado, como mínimo. El presupuesto ni siquiera alcanzaba para climatizar el espacio, así que hubo que recurrir a la creatividad. Las limitaciones acabaron dando lugar a un extraordinario ejercicio de diseño.
Los materiales de construcción no incluirían mármol ni caoba, sino madera en bruto sin tratar, contenedores de transporte y tiendas de campaña. El interior de la oficina acabaría pareciéndose al exterior de los propios eventos de Pallotta TeamWorks.
Como no había presupuesto suficiente para climatizar todo el espacio, se crearon siete aldeas de carpas o “islas de respiración” dentro del almacén (una para cada uno de los departamentos de marketing, ventas, logística, creativo, gestión de eventos, entre otros). Las enormes carpas blancas retenían el aire dentro de cada espacio y estaban ancladas al suelo mediante contenedores de transporte, pintados en colores de carrocería, que hacían las veces de oficinas ejecutivas.
El proyecto generó un considerable ahorro energético con respecto a los edificios de oficinas convencionales, y reforzó el mensaje del cliente de promover formas responsables y sostenibles de vivir en este planeta.
El Instituto Americano de Arquitectura, que concedió al edificio uno de sus premios de diseño de 2002, ofreció la siguiente descripción:
“Clive Wilkinson Architects creó un entorno dinámico de trabajo en un almacén a pesar del bajo presupuesto de construcción. Los sistemas mecánicos y eléctricos se diseñaron para reducir el gasto futuro en refrigeración, calefacción e iluminación. Las claraboyas maximizan la iluminación natural, y el aire acondicionado se limita a las zonas donde el personal pasa la mayor parte del tiempo. Los “barrios de trabajo”, formados por tiendas de campaña y contenedores de transporte, reducen al mínimo el volumen de aire acondicionado necesario. El jurado de los premios apreció la riqueza visual del proyecto y la conservación del medio ambiente, refiriéndose al espacio de oficinas como “un verdadero concepto californiano: reciclaje y sostenibilidad en su máxima expresión”, utilizando los contenedores tanto para su conservación como importantes elementos de diseño.”
Fotos Benny Chan vía OfficeSnapShot